viernes, 17 de septiembre de 2010

Prólogo

Cecilia acababa de salir de la peluquería justo cuando su padre le mandaba un mensaje de texto al móvil.
<< Ven a casa, tenemos algo que decirte. Papá. >>
Genial, el plan de salir con sus amigas un viernes por la tarde se había fastidiado, ¿Qué quería su padre ahora? Decidió no meterse en líos y optó por hacerle caso. Ella estaba en la puerta de la peluquería con sus amigas, pero se tuvo que despedir de ellas más pronto de lo que imaginaba.

-Lo siento chicas, me tengo que ir, mi padre quiere hablar conmigo de algo. - anunció.

Ellas no pusieron pegas, sabían que debía hacer caso a su padre porque conocían su carácter. No era una mala persona y tampoco era el tipo de padre que siempre castigaba a su hija por nada, en realidad él era muy abierto y amable, pero lo mejor era no tentar a la suerte y hacerle caso.
Cecilia era una de las chicas más guapas del instituto, todos los chicos querían salir con ella, pero Ce solo se limitaba a estudiar y salir con sus amigas, además, ese mismo año cumpliría 18 años por lo que ya estaba estudiando para sacarse el carnet de conducir.
Su larga melena morena recién salida de la peluquería se agitaba a medida que andaba hacia su casa. Ella vivía en un chalet de tamaño bastante considerable a las afueras de Los Ángeles. Sus padres eran ricos, pero a Cecilia no le gustaba que la gente lo supiese, aunque era un poco imposible ya que su padre era el Director Ejecutivo de la sede multinacional de Sony de L.A y siempre estaba saliendo por la televisión en ruedas de prensa. Al contrario de su madre, ella era una abogada de casos importantes, aunque también ganaba mucho dinero, era más discreta que su padre.

Cecilia llegó en 15 minutos ya que su hogar no estaba muy lejos del instituto. Su casa estaba construida en piedra de diferentes colores, tenía varios ventanales que daban a la calle, pero el más grande de todos daba al jardín creando una vista preciosa. El jardín era bastante amplio y estaba decorado con un montón de flores de todos los colores y un balancín lo suficientemente grande como para tumbarse en él una noche de verano.
Buscó las llaves en su bolso y las localizó gracias al enorme llavero de la bandera española que le regaló su madre hacía 3 años.
Amanda era de Valencia, pero se mudó a Los Ángeles porque en el viaje de fin de carrera conoció a Robert, su marido, y decidió quedarse con él en su país. Se casaron cuando ella tenía 29 años y 9 meses después Amanda dio a luz a una pequeña niña a la que llamaría Cecilia. Sus padres la educaron para que fuese bilingüe, su padre le hablaba en inglés y su madre en castellano, gracias a ello al cabo de los años, Cecilia dominaba perfectamente ambos idiomas y era la envidia del instituto.

* * *

Ce había dejado su bolso en la habitación y bajó rápidamente las escaleras ya que sus padres querían hablar con ella. Se sentó en el sofá y delante de ella se sentaron ellos con expresión pensativa.

-Cariño, papá y yo tenemos que decirte una cosa, una cosa bastante importante.- comenzó Amanda.

-No te preocupes mamá, ya sé lo que es, nos vamos a mudar ¿Verdad?

Los padres de Cecilia se quedaron mudos. No tenían ni idea de que su hija sabía los planes de esa familia. Nadie le había hablado de ello y ellos solo lo sabían desde hacía una semana.

-Sólo quiero saber por qué nos mudamos. - preguntó Cecilia.

-A tu madre le han ofrecido trabajo en una importante firma en Valencia, le pagan más dinero y como ella es de allí, hemos pensado que sería una buena idea. Además, los tres hablamos el idioma y podría suponer un cambio. Sabemos que tendrías que dejar el instituto y a tus amigas, a si que si tú no te quieres mudar, lo consideraremos. Sobretodo no queremos forzarte a que hagas algo que no quieres hacer. - explicó Robert.

A veces le encantaba saber que sus padres eran tan comprensivos con ella. Poca gente podía decir lo mismo de los suyos. Era una gran oportunidad para su madre, a si que no dudó ni un momento en elegir.

-Yo...creo que...sería una buena idea. Quiero decir, echaré de menos a mis amigas pero no es el fin del mundo, además si tenía pensado ir a la universidad iba a dejar de verlas igualmente. – completó Ce.

Sus padres sonreían felices al saber que su hija estaba de acuerdo con ellos.

-¡Está bien! Entonces empezaremos a hacer las maletas. Contrataremos una empresa de mudanzas que se encargue de empaquetar nuestros muebles y en más o menos una semana nos dispondremos a viajar.

-¿Y tú qué vas a hacer papá? - preguntó Ce intrigada.

-Yo he encontrado trabajo en Sony de Valencia hija, me mantienen el salario por lo que nuestra economía no va a cambiar. - sonrió Robert.

-¡Qué guay! Bueno yo os dejo que voy a empezar a hacer una lista de todo lo que tengo que llevar y así empiezo ya a empaquetar y ordenar cajas.

Cecilia subió las escaleras dejando a sus padres la mar de contentos por su decisión. Se metió en el cuarto de baño, se sentó en la taza del váter y se puso a llorar. Estaba feliz porque por una parte cambiaría un poco de aires y de amistades, pero por otra parte, tenía que dejar las que ya tenía, por lo que le daba bastante pena. No quería que sus padres la viesen así, sabía que ellos estaban felices y no quería ser ella la que les amargase el momento.
Se secó las lágrimas con la toalla de las manos y la manchó toda de negro por el rímel. Aunque ella fuese muy normal, era bastante coqueta y le gustaba maquillarse, no desmesuradamente, pero si que le gustaba aplicarse un poco de color.
Dejó de llorar y se enjuagó la cara. Se volvió a pintar y salió del baño. Aunque tenía los ojos rojos sabía que sus padres no preguntarían nada.
Sacó su iphone de su bolsillo y envió un mensaje colectivo a todas sus amigas.

<< Chicas, me voy a mudar a España en una semana, os echaré de menos. Quedaremos antes de que me vaya, os quiero. >>

* * *

El 23 de Agosto Ce se levantó muy temprano, aproximadamente a las 6 de la mañana, a pesar de que podía dormir un par de horas más, pero ella estaba muy nerviosa por el viaje. Iba a ser un vuelo bastante largo, al menos 12 horas en avión, o quizás más. Aunque Cecilia estaba acostumbrada. Ya había viajado en varias ocasiones a España, también había visitado París, Roma, China, Japón, Australia...pero ella siempre había querido ir a Londres. Aunque no la conociese, sabía que esa era su ciudad favorita. Sus padres se habían ofrecido muchas veces a hacer un viaje hasta la isla, pero ella decía que quería ir sola o con alguien especial, aunque sabía que su sueño no se iba a convertir en realidad y tendría que elegir la primera opción, ir sola.

Las cajas estaban por toda la habitación y no dejaban casi espacio para andar, y eso que su habitación era bastante grande. Las estanterías ahora vacías, habían estado ocupadas por decenas de libros y películas, peluches y recuerdos de los lugares que había visitado antaño. Las paredes eran de gotelé de color beige y en toda la habitación solo había un cuadro, “La noche estrellada (De sterrennacht)” de Van Gogh. Era el cuadro favorito de Cecilia, era bastante grande y ocupaba casi toda la pared principal. Había estado un montón de veces en el MOMA de Nueva York solo para verlo.

Ce quitó las sábanas de la cama y las puso en una de las cajas de viaje. Recogió todo lo que quedaba en su habitación y se sentó en la cama que ahora estaba desnuda ya cansada. Se puso a pensar en la despedida que sus amigas le habían organizado 2 días antes. Habían ido todas al Burger King con sus respectivos novios y...Eric, ese chico tan guapo del instituto. Solo habían cruzado palabra un par de veces en casi 5 años de instituto, pero era amigo de Charlie, el novio de Vivianne y siempre iban juntos a todas partes. Lloraron, se intercambiaron regalos y se despidieron. A Cecilia le daba mucha pena el tener que decirles adiós, pero cuando volviese a L.A de vacaciones iría a visitarlas sin duda.

* * *

El avión estaba a punto de despegar del aeropuerto LAX de Los Ángeles a las 4 de la tarde. Iban a hacer escala en el aeropuerto de Londres. En ese sentido Ce estaba emocionada, iba a pisar suelo londinense, pero no podía salir fuera del aeropuerto, eso ya no le parecía tan genial. Sus padres estaban sentados en la parte izquierda del avión cerca del ala, y Cecilia en el asiento de al lado pero en la fila del centro.
Se puso su antifaz en los ojos y se dispuso a dormir hasta que llegaran a Londres.

10 horas más tarde...

-¡Ce, Ce! ¡Vamos a aterrizar en Heathrow en menos de 5 minutos! - gritó su padre desde la otra fila.

Ce se desperezó y se incorporó para abrocharse el cinturón de seguridad. Efectivamente a los 10 minutos el avión había aterrizado en Londres. Su cara irradiaba felicidad.
Al cabo de esperar y comer comida precalentada en un bar del aeropuerto, anunciaron que ya tenían que coger el próximo avión que les llevaría hasta Valencia. Todos se sentaron igual que antes pero Cecilia cayó rendida, tenía demasiado sueño. Se puso su antifaz y se quedó roque en menos de un minuto. Las turbulencias del despegue la volvieron a despertar y esta vez no pudo dormirse.

2 comentarios:

  1. gracias Maria! Yo tengo ganas de que subas ya el próximo capítulo que nos tienes a todas en ascuas! Aunque comprendo que los estudios van primero...yo sigo fiel a tu novela ;) me encanta!!

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